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Parrocchia
personale dei Migranti
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Tomando a san
José como modelo y patrón: el hombre bueno y justo a quien
Dios confió la cura de su hijo, el niño Jesús
El cuidado como camino de santificación
La
solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que
puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los
demás. El servicio es "en gran parte, cuidar
la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles
de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro
pueblo"... El servicio siempre mira el rostro del
hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en
algunos casos la "padece" y busca la promoción
del hermano. (Papa Francisco, Carta Encíclica "Fratelli
Tutti", n. 115)
Cuidar
de los demás, asistiendo a los ancianos, a los
niños, a los enfermos o atendiendo sus hogares,
no es un trabajo cualquiera.
Por supuesto, también se puede entender así,
pero el cristiano no tarda en descubrir ese valor añadido
que Jesús llamó "servicio" y lo
asemeja a Él en la concreción de la ternura
de Dios por los demás.
Por tanto, el trabajo - como enseña el Concilio
Vaticano II - es una ocasión de santificación
e independientemente de por qué se eligió
inicialmente, se puede descubrir como una "vocación";
es decir, como la invitación que Dios dirige concreta
y personalmente a cada uno para ser su colaborador en
el cuidado de los demás.
Por eso, queremos emprender un verdadero camino de "espiritualidad
del cuidado", para crecer en la fe y en la santidad;
para realizar plenamente nuestra humanidad y lograr esa
unidad de vida que es la única que puede darnos
la paz; para cuidar mejor de los demás y hacer
el mundo un lugar más humano y hermoso para vivir.
En una palabra, como diría Jesús: crecer
personalmente, colaborando en la realización del
Reino de Dios.
Que nos sean ejemplo y nos acompañen: la Virgen
María, "mujer del servicio"; su esposo
san José, el hombre bueno y justo a quien Dios
confió el cuidado de su hijo; todas las santas
y los santos de la caridad; en particular: Santa Bakhita
(quien fue niñera), Santa Maddalena de Canossa
(que se dedicó a la formación de las sirvientas),
San Martín de Porres (que se dedicó al cuidado
de los enfermos) y San Gerardo (que acogió a pobres,
ancianos y enfermos, cuidándolos en su propia casa).
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ORACIÓN
DE LA MAÑANA
Otra
vez, Señor, tu providencia se elevó antes que el sol
y ahora me haces instrumento tuyo
para cuidar de mis hermanos.
Ayúdame a reconocer Tu presencia
en los "pequeños" que me vas a confiar en este día:
los enfermos, los ancianos, los niños, las familias.
Que tus palabras resuenen
cada vez más fuerte en mi corazón:
"Lo que hayan hecho a uno de éstos mis hermanos menores,
a mí me lo hicieron."
Derrama tu Espíritu en mi corazón
para que, con sus dones, me guíe y esté a mi lado en
mi labor;
así que el trabajo, vivido como servicio,
sea ocasión de auténtica santificación.
Dame la capacidad de cuidar, consolar, aconsejar y servir.
Haz de mí, Señor, un sacramento de tu ternura.
Amén
Padre
nuestro
Ave María
Gloria
Que
la Santa Trinidad nos guíe y bendiga
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ORACIÓN
DE LA NOCHE
El
tiempo se ha escapado rápido
y tú, Señor, nos donas otra noche.
Noche de sueño o de vigilia; de regeneración
o de dolor.
Noche para descansar o para trabajar,
pero siempre al amparo de tu mano paterna y providente.
Te agradezco, Señor, por las personas que me confiaste
hoy.
Te encomiendo sus alegrías y esperanzas; sus tristezas
y angustias.
Te alabo por usarme a mí también, como herramienta
valiosa,
para cuidar de mi hermanos.
Perdona las faltas de caridad, los arrebatos de impaciencia,
las palabras que he dicho de más y las que me he
callado.
Que la oscuridad que ahora nos rodea sea presagio
de un nuevo amanecer.
Toda preocupación ceda, pues, a la esperanza
porque ya sabemos que también mañana
Tu providencia se levantará antes que el sol.
Amén
Padre
nuestro
Ave María
Gloria
Dormamos en paz, velemos en Cristo
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A
quienes laboran cuidando ancianos
y enfermos en sus domicilios, les proponemos a
San Gerardo de Monza como modelo y patrón.
San
Gerardo dei Tintori,
laico y fundador de una para cuidar de los pobres y los
enfermos (6 de junio)
Gerardo
dei Tintori nació en Monza, entre 1134 y 1140.
Tras la muerte de su padre, con los bienes heredados,
fundó un "hospital" con el objetivo de
atender a pobres y enfermos. La sede del hospital parece
haber sido la propia casa de Gerardo.
En 1174 Gerardo estipuló un convenio con la Municipalidad
de Monza y con el Cabildo de la Catedral en el que se
definía el estatus legal y administrativo: el hospital
dependía formalmente de la autoridad eclesiástica,
pero de hecho mantenía una autonomía sustancial,
mientras que la Municipalidad asumía su protección
legal.
El servicio en el hospital era realizado por "conversos":
laicos que vivían en común como los frailes,
pero sin profesar votos religiosos.
Gerardo fue uno de ellos y también ocupó
el cargo de director del hospital hasta su muerte, el
6 de junio de 1207.
Según la tradición, Gerardo realizó
varios milagros en vida y se le atribuyen otros después
de su muerte. La investigación ordenada por San
Carlos Borromeo reconoció a 20 en total.
El milagro más famoso es sin duda el de cruzar
el Lambro: se dice que, mientras Gerardo estaba en el
Duomo rezando, el río, creciéndose repentinamente,
rompió el puente que unía el hospital con
la ciudad.
El propio hospital daba al Lambro y corría peligro
de inundarse: Gerardo
inmediatamente se apresuró, extendió su
manto sobre el agua, subió allí y cruzó
el río por él, llegando a sus pacientes,
luego ordenó a las aguas que no entraran a las
habitaciones de los enfermos. Las aguas se detuvieron
en las puertas durante unas horas a pesar de que su altura
superaba la de los umbrales en más de veinte centímetros.
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A
quienes laboran cuidando niños,
en las casas o en las escuelas de todo orden y grado,
les proponemos a Santa Bakhita como modelo y patrona.
Santa
Josefina Bakhita,
religiosa canosianas (8 de febrero)
Bakhita
nació en el Darfur, Sudán, en el año
1869. Estando en Sudán, en el año 1883,
el diplomático italiano Callisto Legnani la compró
en calidad de esclava con el propósito de devolverle
su libertad. Cuando Legnani debió regresar a su
país, Bakhita decidió acompañarlo
y, llegando a Génova, fue transferida a la localidad
de Zianigo, al servicio de la familia Michielo,
Allí vivió durante tres años y se
convirtió en la niñera de la primera hija
de los Michieli, Alicia. Cuando los padres de la niña
tuvieron que ir a Africa, donde tenían un hotel,
dejaron a la niña con su niñera en la casa
de la canosianas de Venecia. Allá Bakita fue bautizada
el 9 de enero de 1890.
El 8 de diciembre de 1896, ingresó en las Hermanas
Canosianas, tomando como nombre religioso el de sor Josefina.
En 1902 fue asignada al convento canosiano de Schio, en
el norte de Italia, en la provincia de Vicenza, donde
permanecería el resto de su vida. Durante los 42
años que permaneció en Schio, Bakhita hizo
las labores de cocinera, sacristana y portera, permaneciendo
constantemente en contacto con la comunidad local. Su
gentileza y su sempiterna sonrisa se hicieron famosas
en Vincenza y sus habitantes comenzaron a llamarla "Sor
Moretta", que significa "hermanita morena".
Su especial carisma y su olor de santidad se fueron haciendo
notar entre las miembros de su orden.
En sus últimos años, obligada a sentarse
en una silla de ruedas, pasó horas en oración
frente al tabernáculo ofreciendo sus sufrimientos
por la Iglesia, por el Papa y los pecadores. Murió
en Schio, el 8 de febrero de 1947.
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A
quienes laboran cuidando los hogares,
les proponemos a Santa Maddalena di Canossa como modelo
y patrona.
Santa
Maddalena de Canossa,
fundadora de las religiosas canosianas (10 de abril)
Maddalena
Gabriella de los marqueses de Canossa nació en
Verona el 1 de marzo de 1774. Huérfana de su padre
y abandonada por su madre, a los 7 años fue confiada
a una institutriz.
A los 17 pasó al Carmelo de Trento y luego al de
Conegliano (Tv).
De regreso a casa, en 1801 acogió a dos muchachas
pobres en el palacio familiar.
En 1808 comienza una experiencia de convivencia con otras
muchachas en dificultad, en el antiguo convento de los
agustinos veroneses: de este primer núcleo nacerán
poco a poco las Hijas de la Caridad. Después de
haber abierto otra casa en Venecia, llegó a Milán
el 18 de julio de 1816.
Aquí
unas amigas habían encontrado la disponibilidad
del párroco de S. Stefano Maggiore, Francesco Maria
Zoppi, la disponibilidad de acogerla junto con algunas
compañeras en una casita cerca de la iglesia, para
iniciar una obra de asistencia a las enfermas del hospital
cercano (la "Ca' granda") y para la formación
humana y cristiana de las muchachas más pobres
del barrio del "Verziere" o de las que venían
a la ciudad a trabajar como sirvientas en las casas de
los ricos.
Entre ellas, Francesca Irioni, que se convertirá
en la segunda novicia de la nueva familia religiosa, reconocida
canónicamente por el arzobispo de Milán,
Karl Kajetan von Gaisruck, el 10 de septiembre de 1823,
justo en el altar de la basílica de S. Stefano.
Posteriormente,
abrirá otras casas en Milán y sus alrededores,
así como en Bergamo y Trento, siempre para acoger
a las muchachas pobres y volverlas protagonistas de sus
vidas. Precisamente mientras preparaba la apertura de
otras casas, en Brescia y Cremona, murió en Verona
el 10 de abril de 1835.
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A
quienes laboran al cuidando a los
enfermos en hospitales y residencias de cura y de ancianos,
les proponemos a San Martín de Porres como modelo
y patrón.
San
Martín de Porres,
fraile dominico (3 de noviembre)
Martín
nació en Lima el 9 de diciembre de 1579. Su padre
fue el aristócrata español Juan de Porres,
quien en un principio no quiere reconocerlo, porque su
madre era una ex esclava negra de origen africano.
Martín tenía una gran inclinación
por la medicina y aprendió sus primeras nociones
en la farmacia-clínica de dos vecinos.
A los 15 años acudió a los dominicos, quienes
habían fundado su primer convento peruano en Lima,
conocido como el "Rosario". Pero como mulato
fue recibido simplemente como "terciario" y
solo se le asignaban tareas humildes.
Sin
embargo, cuando los dominicos reconocieron su energía
interior, lo sacaron de su condición de subordinado,
dándole la bienvenida a la Orden el 2 de Junio
de 1603, como hermano colaborador. La fama de su santidad
comenzó a extenderse.
Entonces, comenzaron a correr hacia él, pidiéndole
consejo, teólogos, nobles y obispos; entre ellos
el virrey del Perú y el arzobispo de Lima, encontrándolo
mayoritariamente rodeado de pobres y enfermos. Durante
la epidemia de peste, trató a los que acudieron
en masa a él y a sus sesenta hermanos.
Fundó un colegio en Lima para educar a los niños
pobres: el primero en el Nuevo Mundo. Finalmente, curó
al arzobispo de México, a quien le hubiera gustado
llevárselo. Pero Martín murió en
Lima el 3 de noviembre de 1639.
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portale
della Parrocchia personale dei Migranti "S. Stefano Maggiore",
in Milano
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